Monday, August 20, 2012

Un milagro



Por Itzamara Gutiérrez

Tenía seis años de edad y tres deseando que se cumpliera un milagro.

Desde antes de nacer mi vida era un berrinche, mi nacimiento fue uno de ellos. Conforme crecí los berrinches me acompañaron, dejé de alimentarme de mamá hasta que se me dio la gana, me cambiaron el apellido sólo porque quería tener papá y las navidades ni se diga: muñecas, patines, ropa. Pero nadie, absolutamente nadie comprendía que yo sólo quería un milagro.


Era noche buena, el ambiente estaba repleto de luces, música, parientes incómodos, de esos que sólo se aparecen en esas fechas.

La hora de los milagros se acercaba, ese momento en el que todos abren sus regalos, se abrazan, lloran y otros etcéteras.

Pero a la hora de la hora algo pasó, todo comenzó a moverse, las cosas caían de los estantes y mi sonrisa salió a flote, el milagro estaba por cumplirse.

Corrí, me senté en el piso de la cocina y dejé que todo pasara.

No tardó ni un minuto mamá en encontrarme, entró desesperada y nos vio allí, tranquilitos: mi regalo de navidad y yo, mi frasco de galletas y yo.


Imagen: Mark Ryden

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