Tuesday, August 21, 2012

Invencible


Axel Valdez
Ilustración: Axel Valdez

Cada sábado era especial. A la una de la tarde empezaba "Los Invencibles del Ring" en el cuatro, y todos en la familia sabían que por las siguientes dos horas la tele Phillips blanco y negro con pantalla de doce pulgadas era mía. Lo mejor era cuando ponían una película de El Santo. El enmascarado de plata era el rey de todos los luchadores. Sin importar si lo atacaban momias, monstruos o extraterrestres con pistolas de rayos, El Santo siempre salía victorioso. Al Santo nadie le ganaba.

A veces después de la película estaba tan emocionado que luchaba con mi papá. Le pegaba en el pecho con la mano abierta, como los luchadores profesionales, y él inevitablemente caía en la cama grande. Saltaba desde la otra cama en una espectacular plancha, poniéndolo a espaldas planas contra la "lona". Siempre terminaba con una doble nelson, con eso él se rendía quejándose del enorme poder de mis bracitos de seis años.

— Papá, ¿hay alguien que le gane al Santo? —Le pregunté un domingo mientras cenábamos en el comedor de cuatro puestos.
— El Santo se la pela — respondió, dejándome boquiabierto — Yo le gané una vez.

No pedí mayores explicaciones porque no las necesitaba. Estaba sorprendido. Yo le ganaba en las luchas al único hombre en el planeta que le podría ganar al Santo.

Ese lunes, de camino a la escuela, crucé sin miedo las calles donde los cholos siempre me querían quitar mis cosas. Ese día el mundo fue mío. Ese día ya sabía que yo era invencible.



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